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Imagen de Betoven |
Hace mucho tiempo, en la ciudad de Calchaquí, habitaba un perro llamado Betoven a quien le gustaba salir a pasear, jugar y divertirse con sus dueños Matías, Juan, Lucas y Tobías. Ellos tenían una casa del árbol cerca del centro de la ciudad, allí era donde se dedicaban a pasar sus tiempos libres jugando a las escondidas, a la embopa y al fútbol.
Un día, los chicos se encontraban jugando a las escondidas, Betoven, al querer jugar con ellos, decidió salir a explorar para encontrar un lugar para esconderse. Luego de haber caminado muchos metros se encuentra con una fábrica abandonada y decide entrar por una ventana rota que tenía la construcción en uno de sus costados, pero Beto no se imaginaría que dentro de ella se iba a encontrar con cuatro personas que eran, nada más ni nada menos, los cuatro peligrosos ladrones y matones de la ciudad quienes se encontraban prófugos y escondidos de la policía local. Ellos, al ver al animal deciden atraparlo y encerrarlo dentro de una jaula para hacer cosas malas con él.
Pasaron varias horas y los chicos, cansados, deciden ir a buscar a su perro en la cucha donde siempre se encontraba para poder jugar con ellos, pero al llegar al lugar se dan cuenta que no se encontraba, por lo que lo comenzaron a buscar por todos lados, por las casas de cada uno de los niños, por cada rincón de la casa del arbol y por cada rincón de la plaza central de la ciudad, pero Betoven no aparecía.
Los chicos, tristes y frustrados por la desaparición de su mascota, deciden volver a la casa del árbol donde, con los ojos llorosos, Matías observa unas curiosas huellas perrunas que dirigían hacia una dirección particular, por lo que tomó fuerzas y al frenar a sus demás amigos les dice:
- ¡Oigan! Miren esas huellas. ¡Son las patas de Beto! Sigámosla
Rápidamente los niños volvieron a sentirse muy felices porque habían logrado encontrar una pista que los llevaría a reencontrarse con su tan ansiado amigo de cuatro patas, pero esa sonrisa volvería a borrarse cuando en mitad de camino hacia la fábrica las huellas comenzaron a difuminarse, por lo que Tobías comenta:
- Chicos, no nos sintamos mal, seguramente al continuar la calle vamos a volver a encontrar pistas de él, seguramente debe de estar tan cerca y por eso fue que comenzó a desaparecer las marcas.
+ ¿Seguro Tobi? ¿Seguro que si seguimos encontraremos a Beto? ¿No sería mejor volver? Tal vez, cuando regresemos él ya esté en su cucha esperándonos.
Interrogaba Lucas.
- Lucas, no es por ser mal amigo, pero estoy seguro de que Betoven se perdió y hay que buscarlo, porque ya hubiese vuelto a casa cuando nosotros volvimos a ella.
Respondía Juan.
Por lo que los amigos tuvieron que volver a caminar para buscar una huella o alguna pista para reencontrar a su amigos de cuatro patas.
Mientras tanto, en la fábrica, uno de los delincuentes pregunta:
- Che, ¿Qué haremos con el perro?
+ No lo sé, tal vez podemos venderlo y sacar muy buen dinero por él.
Respondió otro de los maleantes.
- ¿Y si lo matamos? Tal vez sea un perro espía que viene a por nosotros.
Comenta otro de los malhechores.
Betoven se encontraba en peligro, los niños aún no llegaban para su rescate, los minutos corrían, los delincuentes planeaban malas intenciones con él y todo se volvía una incertidumbre, el perro ¿Se salvará?
Para su suerte, los chicos encontraron más huellas de él, por lo que lograron llegar a la fábrica abandonada, pero antes de entrar Lucas con mucho miedo pregunta:
- ¿Y si hay fantasmas dentro de este lugar?
+ No tengas miedo, estaremos todos juntos para que no tengamos miedo y encontrar a Beto, solo sé fuerte.
Respondía Matías.
Los cuatro amigos no se imaginaban y no pensaban en que dentro de ese lugar iban a encontrar a delincuentes, pero un ruido y una voz los alertaron.
- ¿Qué es eso?
Susurra Juan
+ Son como voces de personas y se escuchó como que han golpeado algo sin querer, si nuestro perro está dentro de este lugar debemos de tener más cuidado.
Responde Tobías
Sabían que no estaban solos, por lo que hicieron silencio y entraron, sigilosamente, por la misma ventana rota por la que entró, anteriormente, su amigo. Llegados al escondite, logran ver a Betoven junto a estas personas que, por el diario local, eran muy conocidos y buscados, por lo que uno de los chicos decide salir por donde entró y, con lagrimas en los ojos, llama a la policía.
- 911 ¿Cuál es su emergencia?
+ ¿Sí? Les habla Lucas Segovia, tengo 14 años, me encuentro en la vieja fábrica abandonada de la familia Núñez y logré ver a Mario, Agustín, Julio y Samuel, los delincuentes que se robaron la joyería el pasado lunes, escondidos en este lugar. Tienen encerrado a mi perro, por favor, vengan de inmediato antes de que le hagan algo
- Hola Lucas, espera un segundo que mandaré policías hacía el lugar, pediré que no prendan las sirenas para que no alerten a estas personas, vos quedate tranquilo que tu perro saldrá de ahí.
Ni bien se colgó la llamada, pasaron varios minutos, los demás chicos también salieron y la policía llegaba al lugar, entraron por la ventana y sorprendieron a los criminales "Alto, al suelo" se escuchaba desde el exterior del edificio, la policía logró salir del lugar llevándose a estas personas y logrando rescatar al perro.
Finalmente, tanto los dueños de Beto como él, lograron vivir felices, nuevamente, por siempre y, desde ese día, Betoven reconoció que no debe de andar solo sin sus dueños.
FIN
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